lunes, 19 de septiembre de 2011

Instantáneo - Capítulo 5


Después de un rato insistiendo sin éxito, el camionero francés cesó en su intento de comunicarse verbalmente con él. No decía nada y parecía que no tenía intención de hacerlo. Lo dejó dormirse y prosiguió con su camino.

Los primeros rayos de sol reflejaban en su frente después de pocas horas de trayecto. Abrió los ojos y se acomodó en el asiento tratando de reconocer el lugar donde se encontraba. El camino avanzaba similar a como lo había dejado en aquel punto de encuentro.

El francés,  levantó la muñeca derecha y la removió para colocarse su rolex de oro en posición para ver la hora que marcaban las agujas. Habiéndola consultado, acercó el reloj a su vista, como si fuera a resultar de ayuda para un hombre que andaba perdido en medio de la nada.

No pronunciaron frase alguna en media hora, hasta que se decidió a parar a repostar en una gasolinera, que se encontraba situada al final de un pueblecito que acababan de atravesar.

El conductor bajó del camión haciendo un gesto con la mano en forma de pistola, indicando que iba a echar gasolina.

Se quedó solo en la cabina, y en medio de ese silencio se alzó de repente, como si fuera el momento de actuar.  Miró a su alrededor y activó la radio cerciorándose de que el francés no lo veía. Avanzó por la lista de emisoras en busca de alguna que hablara de noticias. Fue entonces cuando se detuvo y pudo oír en un perfecto castellano.

“Señoras y señores. El accidente del ave Madrid- Sevilla acumula ya 53 victimas reconocidas y un total de 49 heridos graves. Por otro lado, tenemos 38 heridos leves que en las próximas horas abandonarán el hospital.

Las razones del accidente todavía se desconocen, pero todo apunta a unos problemas con los raíles. El desplazamiento leve de dos metros de vía, y la falta de algunos tornillos pueden indicar que eso estaba en mal estado antes de pasar el tren.

Por el momento altos cargos de la compañía han salido en defensa de la seguridad del medio y achacan el lamentable accidente a la mala suerte.

Lo que está realmente claro es que más de un centenar de familias están pasando por unos de los peores días de sus vidas y ahí ha estado Radio98 para vivir de cerca todo lo acontecido en directo y con padres, hermanos, y conocidos de algunas de las victimas…”

Se quedó con cara de consternación. Hasta ese momento no había oído ningún tipo de información sobre el accidente , y comprobando la gravedad en cuanto a muertos y heridos gesticulo un resoplido, que le descubría superado por todo lo acontecido.

Fue entonces cuando se puso manos a la obra. Se levantó por encima del cambio de marchas y se sentó deprisa en el asiento del piloto. En la guantera encontró una libreta vieja y usada, y un mapa de España actualizado en 2007.

Se apresuró a hojear la libreta, abriéndola por su centro aproximadamente y escritos en color azul, aparecían algunos números de teléfono de contacto. Siguiendo hojeando con velocidad, sabiendo que le quedaba poco tiempo. Entonces encontró una hoja de color rojo que parecía iniciar otra temática bajo el titulo de “Voyages du trabail ”.

“Paris- Barcelone 6-7 avril ” y debajo algunas anotaciones que parecían indicar el tipo de transporte que debía entregar en el lugar de destino.  Prosiguió con su búsqueda a gran velocidad, y se encontró con una página en blanco, entonces,  volvió a la página anterior comprobando que aquel iba a ser el último recado que debía completar el camionero francés.

“Toulouse-Seville 19-21 mai” . Su destino era Sevilla y sabiendo que el tren había colisionado en esa ruta no podía quedar muy lejos.

Entretanto, su acompañante de travesía había terminado de poner gasolina y sin preocuparse por lo que pasaba dentro de la cabina se fue directamente a la tienda de la gasolinera.

Era una tienda grande, y había gran variedad de productos gama pica-pica. Agarró el borde de su sudada camiseta en forma de bolsa improvisada y fue colocando en ella barritas de chocolate, rosquillas, bombones  y un par de bolsas de patatas pequeñas. Al parecer no seguía una dieta muy equilibrada.

Se acercó a la cola para pagar todo aquello mientras ojeaba las portadas de algunos periódicos deportivos, en las que aparecían jugadores con frases dedicadas a las familias de las victimas. No parecía enterarse demasiado de lo que decían.

Una vez llegó a la barra, dejó caer todas aquellas guarrerías y se dispuso a ojear detenidamente una revista pornográfica que probablemente le había llamado más la atención.

Mientras llegaba al poster central,  y con cara de excitación pervertida,  el hombre que trabajaba allí exclamó con un tono un tanto borde, “ Se va a llevar también la revista o le esperamos a que la termine de…”.

Justo en ese momento, y antes de que terminara la frase,  el francés despegó su vista del papel donde reposaba esa explosiva rubia, y fijó su mirada en el pequeño televisor  que se situaba detrás, a la derecha del hombre de la barra.

En la pantalla pudo distinguir imágenes del accidente de tren, mientras hablaba una reportera que estaba en el lugar de los hechos. De repente, aparecieron unas caras lentamente en la pantalla.

            -Qui sont les visages des photos?. Exclamó el camionero.

Un hombre que se situaba a su espalda, haciendo gala de un buen entendimiento de la pregunta, se apresuró a contestar.

-       Son los desaparecidos del accidente de ayer. Dijo.

En ese instante, en el programa, apareció la cara del hombre que le acompañaba en su camión. Bajo el nombre de Manuel Alcázar, y un número de contacto.

Pagó como una exhalación, recogió la bolsa llena de comida que había amontonado el trabajador de la gasolinera, y salió corriendo hacia su camión.

Llegó a la altura de la cabina, subió el par de escalones que lo alzaban al asiento y no había nadie sentado al otro lado. El tal Manuel, había desaparecido, la puerta estaba abierta y ni el mapa ni una pequeña navaja que guardaba en el pequeño arrinconado que se situaba debajo del cambio de marchas estaban presentes en la escena.

Se agarró con el brazo al camión por la parte de su puerta, se levantó pisando el escalón más alto y con la mano haciendo de visera no pudo detectar al fugitivo.

Mientras se sentaba con expresión de decepción, notó algo en el glúteo que le incomodaba. De un pequeño salto agarró lo que le molestaba y se lo puso a la vista. Era ese viejo cuaderno de notas, abierto por la última hoja.

“Merci”

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